La poca ingesta de agua y la edad son las principales causas por la que los gatos pueden presentar problemas urinarios o renales, mismos que en muchas ocasiones es difícil que los dueños puedan detectarlos en una etapa temprana.
El problema urinario suele ser el más común, y se debe principalmente a la formación de arenillas, que son diminutos restos solidificados alojados en la vejiga, los cuales al acumularse se vuelven piedras o cálculos que obstruyen la correcta eliminación de la orina.
Las posibles manifestaciones de alerta son que la mascota presente dificultad al orinar, es decir que intente, pero solo salgan gotitas o nada de orina, incontinencia, presentación de sangrado en la orina, acicalamiento (aseo) excesivo en sus genitales o cambios en su comportamiento como mostrarse más agresivo.
Mientras que la insuficiencia renal, se debe a la pérdida del trabajo del riñón, lo cual produce que el felino no elimine las toxinas necesarias a través de la orina. Suele presentarse a partir de los siete años de vida y puede darse por múltiples factores.
Alguna enfermedad hereditaria como los riñones poliquísticos, tumores renales, como consecuencia de una infección bacteriana o viral, así como por una medicación de forma inadecuada, son algunos de los factores que los pueden llevar a que fallen sus riñones.
Estos mamíferos son una especie que por instinto ocultan sus signos de debilidad para evitar llamar la atención de posibles depredadores, por lo que es muy difícil que el dueño se percate que su gato domesticado pueda estar enfermo y detectarlo cuando el padecimiento ya está muy desarrollado.
Una solución más sencilla es buscar formas para que el gato consuma una mayor cantidad de agua. Por ejemplo, a los felinos les encantan las cascadas, porque les causa interés el líquido que está en constante movimiento, por lo que se les puede dar agua directo de la llave del grifo o en un bebedero tipo fuente.
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