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Mi gato no acepta al nuevo perro ¿qué hacer?


Si bien es cierto, perros y gatos son muy diferentes, tanto en su forma de comunicarse como sus personalidades, pero no quiere decir que no puedan vivir en armonía.

Es necesario seguir ciertas pautas, sobre todo cuando se adopta un segundo animal y el que está ya en casa se ve invadido, para ello debemos encontrar un espacio cómodo de coexistencia para los dos. Es más sencillo cuando son ambos cachorros, pero si esa no es la situación no debemos preocuparnos, puede generarse de igual forma una buena relación.

Estos consejos te pueden ser de utilidad.

Dejar que ambos se acostumbren a sus olores. Los expertos recomiendan intercambiar las prendas que ocupan para empezar a adecuarse, incluso acariciarlos e ir alternando las caricias, para impregnarlos con sus olores es una buena idea. Esto evita la agresividad de la ansiedad o excitación que pueden sentir.

Separar los espacios al principio. Nuestro gato puede que no tolere al perro recién llegado, por lo que lo considerará un intruso que irrumpe en su territorio, con olor y manera de comportarse diferentes a la suya.

Recordemos que los gatos son animales rutinarios, principalmente si son indoor y no salen a la calle, este nuevo miembro de la familia lo altera. Lo mejor es que el gato esté presente en una habitación a la que el perro no pueda ingresar.

La separación debe durar al menos unos tres días, el perro empezará a recorrer la casa e irá dejando su olor. En ese lapso ambos se van a acostumbrar a los olores.

El momento de la reunión. Debe ser controlada, es decir bajo la supervisión de los dueños, de esta manera pueden tener contacto y aprender a tolerarse. La forma de hacerlo es sujetando a nuestro gato para que el perro se acerque a olfatearlo.

El perro puede estar agarrado con una correa de extensión durante estos momentos, así podemos asegurarnos que si se pone muy nervioso no vaya a abalanzarse sobre el gato. Con el tiempo el gato podrá estar libre sin problemas.

Paulatinamente reducir la vigilancia. En función de una mayor aceptación mutua, debemos reducir nuestro grado de vigilancia.

Dentro de unas semanas, el gato empezará a tolerar al recién llegado y el perro se habrá adaptado a la presencia del felino. Puede que empiecen a respetarse, el perro no se acercará al plato de comida del gato y éste de apoco dejará de transitar por su cama y no tomará en cuenta sus juguetes.

Como dueños debemos velar eso si, que se cumplan los límites de cada cual.

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