top of page

¿Qué debe hacer un corredor si se le acerca un perro?

  • Foto del escritor: Happy Cat
    Happy Cat
  • 16 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Corredores y perros sueltos pueden encontrar que sus caminos se cruzan. ¿Qué hacer en esos casos? No hay una respuesta rápida. Lo primero sería interpretar la actitud con la que el perro se acerca a nosotros. Si lo hace con ganas de juego, con curiosidad, o si mantiene una actitud agresiva. Por regla general, va a pasar lo primero. Muchos perros pueden interpretar que ese tipo que ha pasado corriendo es una excelente excusa para pasarlo bien, corriendo a su lado o incluso saltándole encima amigablemente. Se les reconocerá porque se acercan a saltos, erráticos, tienen una expresión amistosa, la cola en alto… Que ladren no es indicativo de nada. Hay muchos vídeos en Youtube que ayudan a distinguir las expresiones corporales de los perros, si sois de los que no venís de serie capacitados para distinguirlas.

En esos casos lo mejor es dejar de correr al tiempo que lo ignoramos. Si nos ponemos a caminar con tranquilidad dándole la espalda, sin mirarle directamente, lo más probable es que el animal también nos ignore. O, como mucho, que nos pida alguna caricia e insista un poco en el juego. Puede que así demos tiempo a su dueño a llegar y controlarlo, pero si reaccionamos así no tardará en aburrirse y dejarnos en paz. Acelerar no es buena idea, salvo que vayamos en bici y tengamos clarísimo que tenemos las fuerzas o la cuesta abajo suficientes como para ser capaces de dejarle atrás. Acelerar invita aún más a que nos persiga y casi cualquier cualquier perro es capaz de alcanzar a un humano corriendo. Tampoco lo es coger palos, que el perro puede interpretar como una amenaza, lanzar manotazos o patadas o gritarle. Insisto, dejar de correr y no hacerle caso, sin establecer contacto visual y dándole la espalda, es la mejor opción.

Si el perro no tiene dueño, si sospechamos que puede estar perdido o abandonado, algo que tampoco es raro que suceda, la solución más ética es complicarse un poco la vida y no dejarle en esa situación

Y aunque pueda costar, la respuesta idónea es la misma cuando tenemos dudas de que el perro sea amistoso. Si se acerca enfadado o temeroso, con una actitud que indica prudencia (erizado, mirándonos a los ojos, con la cabeza a media altura, gruñendo directamente…), alejarse de él despacio, manteniéndose de lado o dándole la espalda, es lo mejor. Sin correr y sin perderle de vista por si la situación se complica. Tal vez nos hayamos metido en lo que considera su territorio, de hecho es lo que suele pasar.

En la gran mayoría de los casos, el animal se limitará a amenazarnos hasta que nos quitemos de en medio. La cosa no irá a mayores. El ataque es el último recurso ante un ataque de un perro de un tamaño que suponga un peligro real, si no hay posibilidad de subir a un alto o resguardarse, es preciso tener sangre fría. Tal vez se le pueda distraer con una mochila, una botella o una prenda de ropa. Si se tiene un gran objeto que usar a modo de escudo a mano, una buena opción es interponerlo entre el animal y nosotros. No intentar golpearle, sino procurar que sea eso lo que tenga como opción para morder. Si es incapaz de fijar la mordida en algo grande y plano, en pocos intentos desistirá. Si se lanza por nosotros, conviene curvarse protegiendo nuestras zonas sensibles (rostro, garganta y torso), permanecer inmóvil y alejarse despacio cuando el animal se vaya. Hay consejos por ahí sobre cómo enfrentarse a los perros en una pelea cuerpo a cuerpo, usando nuestro peso, inmovilizándoles, indicando dónde golpearles… Mi opinión personal es que no suele ser buena idea salvo que veamos las cosas muy negras o que haya hecho presa en un punto concreto y no la suelte. Todo va a depender mucho de las circunstancias de cada ataque.

¿Te gustó?, no olvides compartir. :)


 
 
 

Comments


Publicaciones Relacionadas
bottom of page