Una de las grandes ventajas de tener a un felino como mascota es lo increíblemente limpios que son.
Hay creencias muy extendidas que no son verdad sobre estos animales, como que son capaces de apañárselas si se les abandona en la calle o que son interesados y traicioneros. En este caso esa idea popular de que no soportan estar sucios y se acicalan con frecuencia, es cierta.
Estos pequeños cazadores solitarios necesitan sentir que están siempre listos para el acecho sin ser detectados.
De hecho, limpiarse a conciencia haciendo uso de su lengua y sus manos es la segunda actividad a la que más tiempo dedican diariamente después de dormir. Precisamente por eso muchos gatos domésticos no han necesitado un baño en toda su vida. Su empeño por estar siempre inmaculadamente limpios es tal que cuando un gato no se asea es síntoma inequívoco de que se encuentra enfermo.
Pero está indiscutible virtud conlleva un riesgo, sobre todo en las razas de pelo largo: las bolas de pelo.
De tanto lamerse, los gatos acaban ingiriendo grandes cantidades de pelo muerto que forma bolas en el aparato digestivo. Cuando son pequeñas suelen ser vomitadas o eliminadas con las heces, pero si son demasiado grandes pueden provocar una oclusión intestinal que puede llegar a conducir a la muerte del animal a menos que se intervenga quirúrgicamente.
La única manera de evitarlo es cepillarle nosotros con frecuencia para eliminar el pelo muerto y suministrarles periódicamente hierba gatera o malta (en pastillas o jarabe), que facilitan la eliminación natural de las peligrosas bolas de pelo.
La hierba gatera suele gustarles a todos. Es fácil de encontré en tiendas de animales, ya terminada o para hacerla crecer nosotros. Es cierto que la malta es más sencilla de mantener y aplicar. También aquí hay gatos que la adoran. Para los que no son muy aficionados a ella lo más habitual es manchar una pata con esta pasta. Como no soportan estar sucios, la lamerán para eliminarla.
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